El desafío de la División de Innovación en el Ministerio de Ciencia y Tecnología – Andrés Zahler

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29 / 05 / 2019

De a poco empiezan a aparecer luces de cómo se va a conformar el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MINCTCI), las atribuciones reales que tendrá y el poder que va a poder ejercer en el ámbito de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI). El jueves pasado, en un foro de ICARE y luego en los medios, el Ministro y Subsecretaria informaron que la División de Innovación del Ministerio de Economía va a pasar a depender del MINCTCI. Parece un simple arreglo y reordenamiento burocrático, pero es más que eso.

La División de Innovación del Ministerio es el espacio del Ministerio de Economía encargado, por un lado, del diseño, administración, y evaluación del Fondo de Innovación Para La Competitividad (FIC), el mayor presupuesto que existe en el Estado para empujar instrumentos de CTI. Al pasar al Ministerio, el FIC en su totalidad (algo más de US$200 millones) -o en su mayoría- pasará a depender del MINCTCI. Esto, sin embargo, no representa un incremento de fondos para CTI sino un simple traslado desde un ministerio a otro.

Sin embargo, esto tiene una importancia mayor de lo que se supone, más allá de lo presupuestario. A través del FIC, el Ministerio en la práctica coordina y codiseña instrumentos que implementa CORFO, CONICYT, FIA (Fundación para la Innovación Agraria) y la Iniciativa Científica Milenio, que abarcan desde la investigación científica básica hasta innovación empresarial, social y emprendimiento. En otras palabras, al financiar estos instrumentos se tiene una injerencia política muy importante en ellos.

Así, el FIC es el principal instrumento no sólo presupuestario, sino que coordinación de política de CTI. En particular, casi todos los instrumentos de innovación de CORFO, los centros tecnológicos, OTL, bienes públicos, son financiados, coordinados y evaluados a través del FIC y la División de Innovación. También el FONDEF, los centros Basales, inserción de investigadores, parte de FONDEQUIP, de los institutos y núcleos Milenio, así como parte de instrumentos del FIA.

La División de Innovación tiene así la potestad de poder influir (siempre en concomitancia con la institución correspondiente) en parte importante de la política de CTI del país.

Lamentablemente, por falta de visión política e interés, el FIC y la División no han sido utilizadas en forma más relevante y estratégica en el pasado. Existe ahora una oportunidad que esta palanca de política pueda ser utilizada en forma efectiva como el brazo armado de una política real de CTI, por un Ministerio que no tiene otro rol que su desarrollo y su impacto en el país.

Por otro lado, el traspaso del equipo de la División, permite al Ministerio partir con el pie derecho en términos de capacidades, al ser un grupo experimentado en generación de información, búsqueda de mejores prácticas, gestión pública y manejo presupuestario. En la actualidad este equipo tiene a su cargo el diseño y difusión de las encuestas oficiales de Innovación e Investigación y Desarrollo (I+D), son los representantes oficiales ante la OCDE en temáticas de CTI, y son líderes en comprensión y aplicación de marcos lógicos para el área de CTI y en la generación de estudios. Y han creado el repositorio de instrumentos y proyectos de CTI apoyados por el Estado más completo del sistema: el Observatorio de CTIE.

Esta decisión no está exenta de riesgos. La posibilidad o tentación de que los fondos del FIC que van a innovación (no basada en ciencia) -como los que financian instrumentos de innovación social, voucher de innovación, prototipos y validación de innovaciones (entre otros)- sean traspasados a apoyar ciencia o innovación sólo basada en ciencia sería error garrafal. Ello ya que limitaría inmediatamente su rol coordinador y generaría desconfianza de que el Ministerio sólo se preocupa de desarrollar la base científica, cuando su verdadero poder e impacto se realizará si logra coordinar la CTI en todo su espectro.

De lograrse esto, permitirá lograr objetivos estratégicos de política que van más allá del desarrollo científico y que se espera que este Ministerio coordine y lidere. Que el Ministerio expanda su ámbito hacia la innovación productiva en forma genuina y sinérgica con el resto del sistema sería un resultado muy positivo de este cambio. Por el contrario, que absorba estos fondos y se desconecte, sería un resultado muy negativo. Es de esperar que prime el interés-país en esta interesante decisión institucional.

Un reordenamiento sinérgico permitirá plasmar estrategias de largo plazo que permitan incrementar la inversión en I+D pública y privada con un mayor impacto para el desarrollo del país.

Andrés Zahler, académico Facultad Economía y Empresa UDP.

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